Los seres humanos por el simple hecho de nacer tenemos derechos y obligaciones, por decir algunos, tenemos derecho a la vida, derecho a una vivienda digna, derecho a una nacionalidad etcétera; estamos amparados por los derechos humanos. La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, dice que todos tenemos los mismos derechos sin distinción de raza, religión u orientación sexual. Sin embargo nos encontramos con el grave problema de catalogar al matrimonio como la unión que únicamente se puede dar en heterosexuales.
¿Por qué no llamarlo como lo que es? La unión, concubinato o matrimonio debe ser llamado de la misma forma en la que se refiere a la unión entre heterosexuales. Gran parte de la población homosexual del país a lo largo de los años ha buscado la aceptación de la sociedad, pero más allá de buscar la aceptación, busca igualar derechos y vivir en plena libertad, gozando de la vida sin enmascarar o maquillar la realidad.
El saber que todos tenemos los mismos derechos y que somos iguales a la persona de junto, nos permite ser empáticos y comprender que depende de cada uno de nosotros el defender no solo nuestros derechos si no el de las personas de nuestro alrededor, esta claro que no es una tarea fácil, pero si una que debemos llevar a cabo todos los días y comprender desde todos los ámbitos, la manera en que se plantea este problema social.
Para comenzar debemos comprender que vivimos en un México en el que es complicado aceptar la diversidad cultural de nuestra sociedad, en un México al que le cuesta aceptar el gran mosaico de personalidades en el que nos encontramos y en el que es muy fácil el juzgar y discriminar. Nos situamos en una época en la que gran parte de nuestro legado cultural viene de nuestros padres, abuelos y bisabuelos, quienes en su mayoría sostienen pensamientos conservadores en el que están mal visto ciertas practicas, una de ellas el matrimonio homosexual, llegado incluso a una sanción a quienes no se ajustan a la posición dominante de la comunidad (Contreras, 2006, p.8).
Marta Torres (2012) nos habla de que:
En los años 80 se llegó a ligar la homosexualidad con enfermedades de transmisión
sexual como VIH, delincuencia, irresponsabilidad, consumo de drogas, vida disipada
y sordidez, no obstante hoy en día ha vivido un proceso de redefinición donde el
hombre gay es joven, moderno, masculino, exitoso y con un claro desapego al
afeminamiento (p. 15).
A través de los años y con los avances que ha vivido México como sociedad me doy cuenta que ha cambiado la concepción que se tenia de la comunidad homosexual, pensándose como algo “ilícito” a una práctica completamente común. Dejando de lado los paradigmas y convicciones religiosas que hasta cierto punto a frenado la libertad y naturaleza humana de los homosexuales. A su vez, los derechos humanos amparan a todos por igual ya que tenemos el derecho de ser tratados con dignidad, sin importar religión, raza u orientación sexual.
Un matrimonio no solo es aquel en el que la unión de un hombre y una mujer como pareja heterosexual llegue a procrear y formar por naturaleza una familia, siendo esta la principal razón por la que no se acepta el matrimonio en personas homosexuales. Se concibe como algo más grande que eso y la comunidad homosexual exige, con justa razón, el reconocimiento del ejercicio matrimonial en su comunidad, pues no se basa en lo natural o antinatural del ser humano, va más allá del ámbito religioso y social ya que existe una necesidad de reconocimiento legal de la pareja en el que se le otorguen determinados derechos de seguridad social amparada por un régimen de unión civil y sobre todo una autonomía de derechos.
Se pretende gozar del derecho al matrimonio bajo el principio de igualdad y no discriminación, según el articulo 16 de la constitución hombres y mujeres en edad núbil,tienen derecho, sin restricción alguna a casarse y formar una familia (Contreras, 2006, p.6).La ley no impide que se establezcan modalidades legítimas para el ejercicio de determinados derechos, lo cual asegura la autonomía de la libertad. En nuestro país, específicamente en la Ciudad de México, en 2009 aprobaron la unión entre personas del mismo sexo, permitiéndoles, gozar de los derechos y obligaciones que corresponden, estableciendo un nuevo orden en la sociedad en el que se rompe el estereotipo de la familia tradicional
heterosexual que duran muchos años, tienen hijos los educan y crecen sanos a su lado, abriendo nuevos panoramas permitiendo la inclusión a un nuevo modelo de familias.
Esta transformación o regulación de la ley ante el matrimonio o unión entre personas del mismo sexo implica un gran paso en la evolución legislativa y judicial, lo cual implica de manera significativa un avance de tipo liberal-constructuralista que está íntimamente ligado a la aceptación de practicas homosexuales que a su vez y como efecto boomerang recaerá en el nuevo pensamiento colectivo de aceptación en la sociedad (Arlettaz,, 2015) Finalmente podemos concluir que todos podemos y debemos vivir en la organización de un yo aceptable y a fin de nuestros intereses, sin dejar de lado lo que en realidad somos de manera respetable y confiable. El matrimonio debe verse como un complejo proceso de transformación constante en el que todos, hombres, mujeres, heterosexuales y homosexuales sean incluidos por igual para ejercer su libre derecho y aprender a aceptar la diversidad cultural. Depende de nosotros como sociedad profundizar en la educación de las generaciones que vienen debajo de nosotros, los jóvenes, que en un futuro serán pilares de la sociedad mexicana y en quienes recaerá el futuro del país ¿En qué clase de sociedad queremos vivir?
Referencias
Arlettaz, F. (2015) Capítulo Segundo. En Matrimonio del mismo sexo, debatescontemporáneos (pp. 49-93). México: Universidad Nacional Autónoma de México.
Contreras, F. (S.F). Una discusión sobre el matrimonio homosexual. En semanarioAtlántico. (pp. 1-10). España: Biblioteca del congreso.
Torres, M. (2012). Matrimonio gay: igualdad jurídica y normalización. [PDF]Azcapotzalco: Universidad Autónoma Metropolitana.
